domingo, 23 de septiembre de 2018

Cómo anticiparse a los problemas del flipped classroom


Antes de embarcarme en la tarea de implantar el Flipped Classorom como metodología de mi práctica docente, creo que sería conveniente analizar los problemas que podrían surgir y cómo podría solucionarlos.

Uno de los primeros problemas a los que me tendré que enfrentar es al hecho de que actualmente tengo un destino provisional durante este curso escolar, lo cual, a priori, no tiene que condicionar mi tarea docente, aunque es cierto que requiere un periodo de adaptación a las instalaciones y al equipamiento; por otra parte, la dotación de infraestructura informática del centro en el que trabajo este curso es básica: existe conexión a Internet, varios ordenadores para uso del profesorado en la sala de profesores y uno en cada departamento y las clases disponen de un ordenador para el profesor y una pizarra digital. El centro cuenta, además, con un coordinador TIC. Este sería un primer condicionante ante lo cual cabe la posibilidad de preparar las clases en casa; sin embargo, surge un segundo condicionante: dispongo de un equipo estándar y de una conexión a Internet de poca calidad, ADSL a precio de fibra, pero con continuos cortes. Comento esto porque creo que si uno decide adoptar una metodología debe contar con las máximas prestaciones para llevarla a cabo y no depender de infraestructuras particulares para llevar a cabo esta labor.

Dicho esto, señalar que el destino provisional puede ser de factor positivo, pues ello supone que, una vez que haya generado materiales curriculares, podría utilizarlos en otro centro ante la eventualidad de tener que cambiar de destino el próximo curso escolar.

El segundo problema al que creo que me voy a enfrentar es el de la predisposición de los diversos actores que actúan en el proceso de enseñanza y aprendizaje. Vayamos por partes.

Entiendo que la predisposición del equipo directivo a la utilización de nuevas metodologías que mejoren los resultados académicos, promuevan la atención a la diversidad y redunden en una bajada del fracaso escolar, sería positiva. Ello se uniría al interés por parte del alumnado ante una metodología en la que ellos se sentirían cómodos, pues todos son favorables al uso de las TIC; es más, el alumnado creo que está deseoso de este cambio metodológico. Como factor negativo podemos citar que ningún profesor utiliza esta metodología en el centro, por lo que no contaríamos con aliados para compartir experiencias; sin embargo, este contratiempo se puede solventar con la posibilidad de contar con la experiencia de otros compañeros y compañeras a través de las redes.

También deberíamos contar con la predisposición de los padres. En principio, y de forma general, creo que los padres están abiertos a cualquier medida que redunde en una mejora de la práctica educativa y que facilite la labor educativa de sus hijos; ahora bien, en algunos casos los padres se convierten en un obstáculo ante la posibilidad de que el alumnado abuse del uso de las TIC o que, como excusa, haga un mal uso de las mismas, y se muestran recelosos ante las nuevas metodologías. Solo encuentro una solución a esta situación y es explicarles en qué consiste, ser sinceros ante los retos que supone la implantación de la metodología flipped classroom y mostrar lo mucho que pueden aprender sus hijos, no ya solo en contenidos de la materia, sino en competencias clave. Y sobre todo, mostrarles que no se puede luchar contra la imparable evolución de la educación, la sociedad y el mundo en general, en el que las tecnologías son un pilar básico. En cualquier caso, contamos con una gran ayuda en la legislación educativa, al menos en Andalucía, cuando las orientaciones metodológicas señalan que “…Estas estrategias, líneas y elementos metodológicos requerirán del uso intensivo de las tecnologías de información y de la comunicación…” (Orden de 14 de julio de 2016, por la que se desarrolla el currículo correspondiente a la Educación Secundaria Obligatoria en la Comunidad Autónoma de Andalucía. BOJA 144, 28 de julio de 2016).

El tercer gran problema al que me puedo enfrentar sería el de la formación permanente, teniendo en cuenta que la evolución de las herramientas TIC es muy alta, surgiendo continuamente actualizaciones y nuevas versiones de herramientas que ya utilizamos o bien otras nuevas. A ello se une que nuestro alumnado forma parte de la generación nativa en el uso de las TIC. No obstante, contamos con dos ventajas, en primer lugar, las redes del profesorado y la posibilidad de realizar cursos de formación, como los que ofrece el INTEF; por otra, aunque nuestro alumnado tiene la ventaja de ser nativos digitales, necesitan a personas que los guíen en su uso, añadiendo valores éticos y proponiéndoles tareas que desarrollen su competencia digital.

Por último, uno de los grandes problemas a los que nos enfrentamos el profesorado con esta metodología es el de encajar la evaluación en la normativa. Me explico. La evaluación del alumnado debe ser formativa y basada en evidencias, que hasta el momento han estado muy relacionadas con las pruebas escritas; es necesario, por tanto, generar un sistema de control que suponga tener un conocimiento exacto del grado de logro de los objetivos de la etapa y de adquisición de las competencias clave basado en metodologías activas, como es el caso de la clase invertida. Las plataformas educativas que conozco, Moodle o Edmodo, o el cuaderno del profesor de la Consejería de Educación de la Junta de Andalucía, creo que no se ajustan a un sistema fiable y eficaz de evaluación en el marco de las metodologías activas, o así lo pienso yo, desde mi conocimiento/desconocimiento de la materia. De nuevo es necesaria la colaboración entre profesores para comunicar experiencias al respecto.



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